martes, 17 de diciembre de 2019

Día 23

Todo se ha ido a la mierda. En las calles no hay nadie, más que algunos enfermos deambulando. Me dan miedo. Tienen algo en la cabeza que les vuelve, como decirlo, agresivos. Se mantienen en un estado de relajación, de tranquilidad, pero no demasiado tiempo. Cualquier estímulo, y comienzan a volverse unos auténticos cabrones homicidas. Son, por no conocer una palabra que mejor los pueda definir, zombies. Siempre me he considerado un experto en la temática zombie, películas, libros, comics. Desde el Amaneces de los muertos vivientes, hasta Crossed. Me encantaban. Antes.

Mis dos pequeños no paran de temblar. Y la pobre perra está deseando poder salir a dar un paseo. La mantengo entretenida en las escaleras del bloque, subiendo y bajando tras una pelota. Puse unos cuantos muebles del vecino en el portal, para así tapar la visión, e impedir que entre nadie.

Revisé todas las casas de los vecinos, y por suerte estoy solo en el edificio, así que tenemos mucho espacio. La luz aun funciona, por lo que todavía puedo usar la consola y el ordenador. Pero no sé si esto será para mucho tiempo. La última vez que hablé con Paula, me dijo que estaban preparando un plan de acción para poder volver a la normalidad, que según les decían, los que estamos en la península sólo debemos tener paciencia. Pero la paciencia tiene sus límites.

La comida y el agua todavía duran, y tengo para mucho.

Bueno, te dejo de momento. No sé a quién escribo, pero te dejo de momento. Eres lo único que me impide volverme loco.

martes, 10 de diciembre de 2019

Día 16

La cuestión es la siguiente: Todo se ha ido a la mierda. Hay gente en las calles matándose entre ellos. Disturbios. Robos. Secuestros. Hace un par de horas he visto como en el edificio de enfrente una mujer arrancaba con la boca parte del gemelo de un hombre mientras este intentaba saltar por la ventana, obviamente el pobre tío acabó con los sesos desparramados por la acera. He visto coches estrellarse, gente destrozando a otros. Los animales han huido todos, no se ve ni un pájaro. Todo está en el más absoluto y completo caos. Recuerdo que hace un tiempo siempre bromeaba con la idea de que me encantaría vivir en el apocalipsis. Ahora me arrepiento. No es divertido. No es guay. Es puro terror.

Por suerte llegué a llenar de víveres mi casa. Tengo una habitación llena de comida, todo conservas y productos al vacío. Más la despensa. Y la luz, el gas, e incluso el Internet aún funcionan. He logrado hablar con Paula en varias ocasiones, y allí está todo bien. Hay algunos refugiados, y están un poco abarrotados, pero por suerte ella tiene conocidos allí que la han alojado. Parece ser que todo se debe a algún tipo de enfermedad, pero no saben decir exactamente que. Pero la gente que llega a las islas pasan por un periodo de cuarentena bastante exhaustivo. Por suerte ella está bien, un peso que me quito de encima. Pero no sé nada de mi familia. Ni mi madre, ni mis hermanos, ni mis tíos y primos. Nadie contesta. Nadie habla.

En las redes, ya que la televisión sigue igual (repitiendo lo mismo hasta la saciedad), hablan de caníbales. De gente que se vuelve loca y se dedica a atacar a los demás, basados en sus instintos más primarios. Animales de pura maldad. Todo lo malo del ser humano, pero sin el autocontrol y la razón. Una pesadilla.

Hace días que no tengo noticias de algunos amigos cercanos, y no sé si los suministros aguantarán mucho más. De momento, tengo suficiente como para aguantar hasta dentro de unas semanas, pero los animales empiezan a impacientarse. Demasiado tiempo sin libertad.

Yo hago lo posible para entretenerles, y para no volverme loco. Pero necesito desesperadamente ver a alguien. Hace días que no veo ni a los vecinos, aunque se que están por ahí. Oigo mover muebles, y algunos televisores. Incluso a veces les oigo respirar, o gemir, no sé muy bien qué hacen.

A este paso, me voy a volver loco. Totalmente.

Que descanses diario. Yo lo intentaré igual.

domingo, 1 de diciembre de 2019

Día 7

Esto se está poniendo cada vez peor. Todo se está encaminando a la más asquerosa mierda en estos momentos. Las fuerzas de la ley y del orden están disparando a gente en las calles. Las carpas médicas se están convirtiendo en auténticas salas de tortura, según se escucha por los gritos que vienen de dentro. Hay gente que ya no sale de sus casas por miedo, y en otras tantas se escuchan sollozos, gritos y golpes muy fuertes.

Parece que estamos viviendo un auténtico apocalipsis. Por suerte los suministros aún funcionan, y he podido hablar con Paula. Allí, fuera de la península, la cosa está calmada, dentro de unos límites. Por lo que ella sabe, Andorra y Francia han cerrado las fronteras en los pirineos, con todas las fuerzas armadas de las que disponen, y están construyendo una especie de muro como el que quería hacer Trump en la frontera con México. Todo transporte con la península está clausurado, y se han requisado las embarcaciones en todas las islas, tanto en las Canarias como en Baleares. Pero aquí siguen sin decir que pasa. En la televisión se están repitiendo en bucle los mismos programas, no importa de que cadena. Tanto las autonómicas como las estatales, repiten una y otra vez los mismos episodios de las Sitcom mas conocidas de cada canal. Y desde hace ya dos días que no hay telediario.

Los rumores que llegan por parte de gente que tiene familia y amigos fuera no son muy tranquilizadores. Se habla de cuarentena, de un virus, de pandemias, del fin de la humanidad según los más pesimistas.

Yo ya no saco a la perra a pasear, e incluso el gato está nervioso. A veces voy a comprar al Masymas de enfrente, pero hace un par de días hice una megacompra en el Alcampo, con lo que debería tener comida, tanto para mi como para los animales, para varias semanas. Y todo el pienso que pude pillar. Mi coche estaba cargado hasta los topes, y necesité varios viajes para poder subirlo todo.

Tengo un par de amigos con los que estoy en constante contacto, que seguramente vayan a venir aquí, a casa. El piso de al lado está inhabitado desde hace años, y la pared se puede tirar fácilmente. La unión hace la fuerza. Y mañana tengo pensado acercarme otra vez para arrasar con lo que pueda en el Carrefour, antes de que se queden sin mercancías. Incluso fui esta mañana al Masymas con dos petates de cuando estuve en el ejército y los traje llenos de conservas, leche, y comida para los animales. Puedo parecer un poco paranoico, pero prefiero no arriesgarme.

Por suerte, tengo una asociación de cultura nórdica, así que tengo en casa una espada, un escudo, un arco con varias flechas, varias hechas y dagas. Y me defiendo con ellas. Ahora solo necesito afilarlas bien. Creo que toda esta situación me está volviendo loco, pero las cosas están demasiado raras, y jodidas.

Lo que aún no comprendo es porqué sigo escribiendo en el diario. Bueno, si, porque me calma. Y mucho.

Buenas noches, diario. Si no fuese por ti, no sabría con quien desahogarme...