domingo, 1 de diciembre de 2019

Día 7

Esto se está poniendo cada vez peor. Todo se está encaminando a la más asquerosa mierda en estos momentos. Las fuerzas de la ley y del orden están disparando a gente en las calles. Las carpas médicas se están convirtiendo en auténticas salas de tortura, según se escucha por los gritos que vienen de dentro. Hay gente que ya no sale de sus casas por miedo, y en otras tantas se escuchan sollozos, gritos y golpes muy fuertes.

Parece que estamos viviendo un auténtico apocalipsis. Por suerte los suministros aún funcionan, y he podido hablar con Paula. Allí, fuera de la península, la cosa está calmada, dentro de unos límites. Por lo que ella sabe, Andorra y Francia han cerrado las fronteras en los pirineos, con todas las fuerzas armadas de las que disponen, y están construyendo una especie de muro como el que quería hacer Trump en la frontera con México. Todo transporte con la península está clausurado, y se han requisado las embarcaciones en todas las islas, tanto en las Canarias como en Baleares. Pero aquí siguen sin decir que pasa. En la televisión se están repitiendo en bucle los mismos programas, no importa de que cadena. Tanto las autonómicas como las estatales, repiten una y otra vez los mismos episodios de las Sitcom mas conocidas de cada canal. Y desde hace ya dos días que no hay telediario.

Los rumores que llegan por parte de gente que tiene familia y amigos fuera no son muy tranquilizadores. Se habla de cuarentena, de un virus, de pandemias, del fin de la humanidad según los más pesimistas.

Yo ya no saco a la perra a pasear, e incluso el gato está nervioso. A veces voy a comprar al Masymas de enfrente, pero hace un par de días hice una megacompra en el Alcampo, con lo que debería tener comida, tanto para mi como para los animales, para varias semanas. Y todo el pienso que pude pillar. Mi coche estaba cargado hasta los topes, y necesité varios viajes para poder subirlo todo.

Tengo un par de amigos con los que estoy en constante contacto, que seguramente vayan a venir aquí, a casa. El piso de al lado está inhabitado desde hace años, y la pared se puede tirar fácilmente. La unión hace la fuerza. Y mañana tengo pensado acercarme otra vez para arrasar con lo que pueda en el Carrefour, antes de que se queden sin mercancías. Incluso fui esta mañana al Masymas con dos petates de cuando estuve en el ejército y los traje llenos de conservas, leche, y comida para los animales. Puedo parecer un poco paranoico, pero prefiero no arriesgarme.

Por suerte, tengo una asociación de cultura nórdica, así que tengo en casa una espada, un escudo, un arco con varias flechas, varias hechas y dagas. Y me defiendo con ellas. Ahora solo necesito afilarlas bien. Creo que toda esta situación me está volviendo loco, pero las cosas están demasiado raras, y jodidas.

Lo que aún no comprendo es porqué sigo escribiendo en el diario. Bueno, si, porque me calma. Y mucho.

Buenas noches, diario. Si no fuese por ti, no sabría con quien desahogarme...

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